La historia del capitalismo: ¿desde abajo o desde arriba?

«In History Departments, It’s Up With Capitalism», es el adecuado título que Jennifer Schuessler pone a su repaso para el NYT de lo que puede estar sucediento en los depertamentos norteamericanos de historia:

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Un espectro recorre los departamentos universitarios de historia: el espectro del capitalismo.

Tras décadas de «historia desde abajo», centrándose en las mujeres, las minorías y otros grupos marginados apoderándose de su destino, una nueva generación de estudiosos está recurriendo cada vez más al que extrañamente corría el riesgo de convertirse en el grupo más marginado de todos: los jefes, los banqueros y los intermediarios que dirigen la economía.

Incluso antes de la crisis financiera, los cursos de «la historia del capitalismo» -como los nuevos programas disciplinarios- empezaron a proliferar en los campus, junto con disertaciones sobre temas tan poco atractivos como los seguros, la banca y la regulación. Los acontecimientos de 2008 y sus largas secuelas han urgido a que la academia se diera cuenta de que realmente es la economía, estúpido!

La crisis financiera también ha creado una oportunidad de mercado importante. Columbia University Press ha incorporado recientemente una nueva colección sobre “Studies in the History of U.S. Capitalism”  («Esta no es la historia de los negocios de tu padre», promete la propuesta) y otras importantes editoriales universitarias han sido haciéndose con trabajos sobre los seguros en el siglo XIX y sobre la especulación bursátil a principios del XX, con las editoriales comerciales y editores de opinión siguiéndolo muy de cerca.

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La cuestión dominante en la política estadounidense de hoy en día, dicen los estudiosos, es la relación entre democracia y economía capitalista. «Y para entender el capitalismo», señaló Jonathan Levy, profesor de historia en la Universidad de Princeton y autor de Freaks of Fortune: The Emerging World of Capitalism and Risk in America, «tienes que entender a los capitalistas».

Eso no significa buscar solo en despachos de lujo y libros de contabilidad, se apresuran a destacar los estudiosos. El nuevo trabajo casa un obstinado análisis económico con los puntos de vista de la historia social y cultural, integrando la opinión de los mandamases con la de los oficinistas -y los consumidores- que propulsan el sistema.

«Me gusta llamarla» historia desde abajo, hasta lo más alto de la jerarquía», dijo Louis Hyman, profesor de relaciones laborales, derecho e historia en la Universidad de Cornell y autor de Debtor Nation: The History of America in Red Ink.

La nueva historia del capitalismo no es tanto un movimiento como lo que sus proponentes llaman una «cohorte»: un grupo de estudiosos vagamente vinculados cuya mayoría de edad llegó después de que el fin de la guerra fría aclarara un poco el terreno ideológico, inspirados por el trabajo previo, pero sin las preguntas -¿cómo y por qué el socialismo no echó raíces en Estados Unidos – que animaban a las generaciones anteriores de historiadores del trabajo. En lugar de buscar el radicalismo obrero, se dirigieron a los oficinistas y empresarios.

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«Antes, muchos de estos temas habrían sido recibidos con un bostezo», dijo Stephen Mihm, profesor de historia en la Universidad de Georgia y autor de A Nation of Counterfeiters: Capitalists, Con Men and the Making of the United States.  Pero entonces estalló la crisis, y la gente empezó a preguntarse, ‘Oh, Dios mío, ¿qué ha estado haciendo Wall Street en los últimos 100 años?'»En 1996, cuando el historiador de Harvard Sven Beckert propuso un seminario universitario sobre la historia del capitalismo estadounidense -el primero de su clase, cree-, los colegas se mostraron escépticos. «Pensaron que nadie estaría interesado», indicó.

Sin embargo, el seminario tuvo casi 100 candidatos para 15 plazas y se convirtió en uno de los cursos más grandes en la Universidad de Harvard, que en 2008 creó un Program on the Study of U.S. Capitalism con todas las de la ley. Esa iniciativa dio lugar a otras similares en diferentes campus, como los cursos y programas de Princeton, Brown, Georgia, la New School, la Universidad de Wisconsin y otros lugares, que también atrajeron a mucha gente -a veces con la ayuda de una astuta gestión de la marca.

Después de que Seth Rockman, un profesor de historia en la Universidad Brown, cambiara el nombre de su curso «Capitalism, Slavery and the Economy of Early America» a simplemente «Capitalism», los estudiantes centrados en la economía y en las relaciones internacionales comenzaron a aparecer junto a los estudiantes activistas del trabajo y las gentes de estudios del desarrollo. «Se ha convertido en un espacio donde se puedne reunir sectores de la Universidad que habitualmente no dialogan,» dijo el Dr. Rockman. (El próximo otoño se convertirá en el curso introductorio de Brown para la historia de Estados Unidos).

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Los mercados y las instituciones financieras «han sido creados por personas que tomaron decisiones particulares en determinados momentos de la historia», dijo Julia Ott, profesora de historia del capitalismo en la New School (la primera persona, los académicos indicaron varias, en ser contratada bajo ese paraguas). Para dramatizar ese momento, la doctora Ott tiene estudiantes que en su curso sobre Wall Street (Whose Street? Wall Street! ) se visten con trajes de época y recrean una escena primitiva de la historia financiera: los primeros días de la Chicago Board of Trade. Algunos de sus compañeros adoptau un enfoque similarmente juguetón. Promueven un campamento de una quincena sobre historia del capitalismo que se inaugurará este verano en Cornell;  el Dr. Hyman (exconsultor de McKinsey & Company) ha diseñado camisetas sobre «historia del capitalismo».

El campamento, explicó, tiene como objetivo poner relativamente al día a innumerables historiadores sobre datos y documentos financieros que se pueden hallar en los archivos empresariales. Comprender el capitalismo, dijo Hyman, requiere a la vez «Foucault y las regresiones». Asimismo, insisten los académicos, exige tener en consideración la raza y el género.

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A modo de ejemplo, señalan libros como World More Concrete: Real Estate and the Remaking of Jim Crow South Florida, de Nathan Connolly, que aparecerá el próximo año, y To Serve God and Wal-Mart: The Making of Christian Free Enterprise (Harvard, 2009), de Bethany Moreton, ganador de múltiples premios, que examina el papel de los valores cristianos evangélicos en la movilización de la fuerza de trabajo mayoritariamente femenina. La historia del capitalismo también se ha beneficiado de nuevos trabajos, con perspectiva económica, sobre la esclavitud, con estudiosos que argumentan que las fábricas del norte y las plantaciones del sur no oponían dos sistemas económicos, como la vieja narrativa exponía, sino que estaban profundamente entrelazados. Y ese lazo, argumentan algunos, implicaba a personas más allá de las propias plantaciones y fábricas, gracias a chanchullos financieros que resuenan en nuestro propio tiempo.

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En un artículo titulado «Toxic Debt, Liar Loans and Securitized Human Beings: The Panic of 1837 and the Fate of Slavery«, Edward Baptist, historiador de la Universidad de Cornell, reparó en la forma en que los pequeños inversores de América y Europa se hicieron con exóticos instrumentos financieros ligados a las explotaciones de esclavos, al igual que en la última década la gente se volvió loca por los valores respaldados por hipotecas y obligaciones de deuda garantizadas -con un resultado igualmente desastroso.

Otros estudiosos siguen a empresas y mercancías a través de las fronteras nacionales. Empire of Cotton, de Beckert, que será publicado por Alfred A. Knopf, traza el surgimiento del capitalismo mundial durante los últimos 350 años a través de un cultivo.  The Jim Crow Cigarette: Following Tobacco Road From North Carolina to China and Back, libro que está preparando Nan Enstad,  examina cómo los trabajadores del tabaco en el sur, y la ideología racial del sur, ayudaron a construir la industria de cigarrillos chinos en el siglo XX.

Puede que el estudio de la historia del capitalismo represente un cambio de paradigma real o un caso de obsesión académica, pero una cosa está clara. «La peor parte es para la economía», dijo Beckert con ironía, «la mejor, para la disciplina».

© 2013 The New York Times Company

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Y eso no es todo, pues otros ejemplos no faltan.