Richard Florida: la recesión es la madre de las invenciones

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Sin duda, Richard Florida es uno de los conferenciantes y autores más afortunados del panorama intelectual americano. Creo recordar que incluso el presidente de nuestro gobierno sentía debilidad por sus argumentos, en la senda de construir una política social más creativa. En fin, un auténtico gurú sobre la creatividad. Catedrático de Política Pública de la George Mason University, profesor en la Rootman School of Management de Toronto, científico de la Gallup Organization y miembro de la Brookings Institution, es un optimista por naturaleza. La UIMP le dedicó un curso en el verano de 2007 y unos meses después, en enero de 2008, vino a Valencia para intervenir en la Primera Conferencia sobre Nueva Cultura Urbana.

Ahora, en tiempos críticos, su voz resuena esperanzadora en The Atlantic, donde escribe a propósito de How the Crash Will Reshape America, texto que viene acompañado de un interesante mapa y de una entrevista, con la que nos quedamos [pueden leer otra anterior, de 2007, ya traducida por la Harvard Deusto Business Review)

Sólo una pequeña aclaración. Este blog no suele recoger informaciones ajenas a la historia o sus aledaños, pero me ha parecido curiosa e interesante esta entrevista, que deja un regusto incierto. Por un lado, hay cosas sugerentes y, por otro, ideas que no lo son tanto. O que son polémicas. Pienso en Mike Davis y su planeta de ciudades miseria. Por supuesto, no deja de aparecer otra constante, el desconocimiento de lo que ocurre en otros lugares. Uno puede viajar, pero es un simple transeúnte, va de un no-lugar a otro no-lugar, de modo que estuvo en España, en Valencia, y no parece que tuviera ningún interés en aprender de lo que aquí ha ocurrido y de su lógica. ¿O sí? Desde luego, si nuestro presidente sigue sus planteamientos tiene un buen quebradero de cabeza.

Uno de los temas principales de su trabajo es cómo  muchos cambios económicos están relacionados con la creatividad y las ideas.

Creo que la crisis concentra y acentúa algunas tendencias de larga duración. Lo primero es ese concepto -inicialmente propuesto por la gente como Peter Drucker ya en la década de 1950- de que nuestras economías están regigas cada vez más por el conocimiento. Simplemente, lo que añado es que este tipo de idea sobre el capital humano proviene ahora de una característica humana más fundamental llamada creatividad. Las personas que participan en el trabajo creativo no sólo serán más felices y estarán más satisfechas, sino que relativamente añadirán más valor económico.

Pero esto parece contradecir otro de sus temas principales, el de que la creatividad florece sobre todo en zonas de alta densidad. En una economía que es alimentada por  ideas e información, ¿por qué tendría que importar la proximidad?

Bueno, combino esa primera perspectiva con la visión aportada  por la economía urbana. Paul Krugman ganó el Premio Nobel con algunas de estas ideas.

Y cita también a Ed  Glaesser

Sí, Ed Glaesser es la persona que  más y mejor ha investigado sobre este tema, aunque es un poco más joven. Ganará algunos premios. Pero mucho de esto se remonta a la gran Jane Jacobs, quien sostuvo que lo que realmente importa no es la acumulación de conocimientos o de creatividad, sino la concentración geográfica. Y a Robert Lucas, quien explicó que las zonas urbanas reunen y multiplican los esfuerzos humanos productivos.

Pero, como usted ha mencionado, tenemos este tipo de mitología según la cual, y de alguna manera, el auge de las nuevas tecnologías –tecnologías de la comunicación y el transporte, que reducen el tamaño del mundo- dispersará nuestra geografía. Siempre tenemos este tipo de idea romántica de que la tecnología nos liberará de la sucia, patológica, suburbial e insalubre ciudad,  con el propio mundo dispersándose.

Y ¿por qué no?

En un  texto anterior que escribí para Atlantic“The World is Spiky”,  traté ese mito. Hay dos tendencias en la economía mundial. Hay una gran tendencia al bajo coste, bastante estandarizada,   y ahí es donde la gente dice, «Oh Dios mio, el mundo es plano». Pero hay también una tendencia que contraresta, a que las cosas se concentren -para sacar provecho de la fuerza  de la aglomeración y del capital humano. Así que lo que yo traté de argumentar es que la segunda tendencia es muy importante. Y ahora tenemos todo tipo de informes del Banco Mundial que hablan de cómo la productividad y el rendimiento son mucho más elevados en las zonas urbanas, incluso en las economías emergentes.

Lo que yo traté de hacer en ese artículo fue decir, «No creo que esta gran crisis –o grand reajuste, como me gusta llamarlo-  vaya a cambiar esta tendencia. De hecho, mi corazonada es que, cuando salgamos de esta crisis, nuestra geografía será más concentrada de lo que lo era antes.

Por lo tanto,  no tiene mucha esperanza en el teletrabajo

Creo que vamos a teletrabajar más. Creo que los problemas de congestión de las grandes ciudades y lo que yo llamo las grandes mega-regiones -el mejor ejemplo sería el corredor Boston/ Nueva York/Washington-  serán tan grandes que el coche ya no será el único modo dominante de transporte.

La gente va a tener que vivir más cerca del trabajo. Yo vivo en Toronto, donde se utilizan mucho las bicicletas y la gente camina. Desde luego, se usa el tren y el metro, así como el coche para viajes localizados. Sé que la sede de Atlantic  está en Washington, DC, que tiene un gran sistema de Metro. Está creciendo rápidamente, incluso durante la recesión. Pero las carreteras siguen estando muy congestionadas.

Entonces, ¿cómo aliviar la congestión del tráfico? Parte de ello va a implicar una mejor conexión por ferrocarril y metro -en Washington, hay todo el debate sobre la ampliación del Metro hasta Tyson’s Corner, Virginia. Pero creo que el teletrabajo será parte de eso. Ahora bien, presiento que en el futuro las relaciones laborales serán un poco diferentes, un poco más flexibles. Y las personas creativas marcharán a su  propio ritmo.

Al final de su texto, plantea una pregunta sobre las infraestructuras públicas. ¿Puede ampliarlo?

Bueno, en versiones anteriores del texto especulé salvajemente. Por razones de tiempo y de espacio…

Lo siento. Bueno, ahora tiene la oportunidad

Me preocupan, y creo que mucha gente está preocupada, las grandes inversiones públicas destinadas a rescatar  los restos de las industrias del pasado -como las automovilísticas,  que sólo prometen apoyar y resucitar una industria que muestra problemas de competencia internacional. Y por eso me gusta pensar en  un «gran reajuste» en lugar de una crisis. Lo que hacen las  crisis económicas es reajustar las condiciones para la innovación tecnológica, el consumo y la demanda.

Ahora bien, replanteando cambios en la infraestructura, en las reglas institucionales del juego y en la manera en cómo la gente y las industrias se organizan geográficamente. Lo que hacen es crear nuevos modelos de vida, nuevos patrones de trabajo, nuevos patrones de consumo y una nueva demanda. Así, por ejemplo, los ferrocarriles y los canales crearon  todo tipo de demandas de nuevas e innovadoras industrias y productos. La suburbanización generó una nueva demanda de automóviles, aparatos de televisión y bienes duraderos.

Así que es importante gastar dinero en tipos de proyectos y de infraestructura adecuados. El problema es -y creo que esto es muy importante para la administración Obama- que es difícil prever exactamente cómo será la configuración venidera de la gran infraestructura. Entonces,  me gustaría que la gente empezara a pensar y experimentar sobre ello –con inversiones en una serie de proyectos de infraestructura que tuvieran sentido de cara al futuro.

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¿Qué tipo de proyectos le gustaría ver en esa mixtura?

Aquí hay una o dos cosas que creo que podrían producir dividendos, además de la banda ancha y de Internet y de todo lo de la conectividad. Uno, creo que los Estados Unidos deben modernizar sus aeropuertos. Me explico: me reuní recientemente con una amiga austríaca en una conferencia en Moscú, y me dijo  -y era desgarrador: «Sabes, cuando vuelo desde Pekín o Shanghai a los Estados Unidos, me recuerda a cuando era una niña y regresaba de Europa Oriental a Europa Occidental debido a la mala infraestructura».  Obviamente, los aeropuertos internacionales y la conectividad internacional global son realmente claves para una economía global. Tenemos que hacer que nuestros aeropuertos -el Dulles, por ejemplo- estén preparados para el siglo XXI.

En segundo lugar, la conexión por ferrocarril en las mega-regiones. Existen trenes rápidos a lo largo del corredor Boston/Nueva York/Washington   que han permitido que Washington sea, en efecto,  un conmutador del gran Nueva York. Pero ¿qué pasa con Detroit? Si estuviera mejor conectada con Chicago, la situación de Detroit sería más razonable. O Pittsburgh. Si Pittsburgh estuviera mejor conectada con Chicago o incluso con Washington DC -es sólo a cuatro horas en coche-  podría estimular su crecimiento.

Creo que es tirar el  dinero gastar en construir carreteras que tengan mayor capacidad. Sin embargo, sería conveniente hacerlas más inteligentes, hacerlas de pago  e introducir algunos pequeños cambios en la regulación de su construcción  y en los códigos de zonificación. Tomemos el caso de Arlington, con el que supongo que estará familiarizado .

Casi puedo tirar una piedra a Arlington, desde la oficina de  Atlantic.

Bien, se lo consideraba un viejo,  declinante y  desesperado suburbio. Pero con la llegada del metro, además de los cambios en los códigos de construcción y zonificación, lo que permitió la densificación, Arlington  ha crecido y han florecido los negocios. Así que creo que esas son las cosas que tenemos que pensar. Y tenemos que darnos cuenta de que nuestra geografía va a ser un poco diferente, va a estar un poco más concentrada. Y odio decir esto, pero habrá ganadores y perdedores. Y el objetivo no es siempre revivir a los perdedores. Creo que  salir de la crisis significa no sólo asegurarse de que los ganadores tienen ventaja competitiva, sino también permitir que la gente tenga la oportunidad de ajustarse.

También me parece que el énfasis en la propiedad de la vivienda que tenemos en los Estados Unidos es hoy contraproducente. Uno de los impulsores de nuestro crecimiento han sido nuestras ciudades, pero también  nuestra increíble movilidad de la mano de obra -40 millones de estadounidenses cambian de residencia cada año. Eso se ha paralizado, según el Pew Center. Ahora tenemos el nivel más bajo de movilidad desde que empezamos a medirla.

Entonces, ¿qué piensa usted de que el gobierno garantice, posiblemente, las hipotecas? ¿Hay que desalentar la propiedad de la vivienda y fomentar el alquiler? ¿Y con qué medidas de estímulo lo vamos a conseguir?

Bueno, no creo que un plan de rescate de la vivienda sea una buena idea. Si nos fijamos en las investigaciones más recientes, alrededor del 50 por ciento de los propietarios de casas que pudieron renegociar sus préstamos morosos, en última instancia  no pudieron pagarlos. Por tanto, en la mitad de los casos, su «rescate», por así decirlo, no funcionó. Y el precio de los activos, el precio de la vivienda, tiene que reajustarse, no se puede mantener alto para siempre.

Así es como lo veo a largo plazo. Creo que fue Herbert Hoover, quien dijo algo así como «un pollo en cada olla y un automóvil en cada garaje,» y creo que una manera de traducirlo  es decir, «los pollos y los coches son más asequibles».  Si estamos por el crecimiento de  las industrias del futuro -planteando, por ejemplo, si son mejores las industrias sanitatrias que alargan nuestras vidas  o industriasmás experimentales como las de la información y el edu-tainment– también vamos a tener que reducir el coste del paquete básico de bienes que está en el centro de la producción en masa.

Bueno, y ¿qué hacemos con la vivienda?

Como dice Paul Romer, «es terrible desperdiciar una crisis».  Y creo que vamos a tener que averiguar la manera de no reactivar los precios de la vivienda, de hacer la vivienda más asequible. Me parece que quizá la gente no debería gastar más del 20 por ciento de sus ingresos en la vivienda y otros bienes duraderos relacionados. ¿Cómo vamos a crecer si las personas se ven obligadas a dedicar la mayor parte de sus ingresos a un producto que no está  contribuyendo realmente al crecimiento económico? Y pensar cómo cambiar a la vivienda de alquiler podría ser parte de esa conversación.

He visitado Miami este invierno. Miras alrededor de Miami y ves torres y torres de apartamentos, con viviendas totalmente equipadas que no están siendo utilizadas. Bueno, ¿cómo podemos revertir eso? Tal vez haciéndolas de alquiler y suministrando viviendas más asequibles para la gente. Y hacer algo con las ejecuciones hipotecarias   -en lugar de preguntar a las personas si quieren refinanciar sus casas detrayendo hasta el 38 por ciento de sus ingresos, ¿por qué no pedimos al gobierno o algún intermediario que se encargue de ellas y las alquile?

Usted hace una defensa de la liberalización del mercado de trabajo mediante el fomento de alquiler. Pero hay mucha mitología en torno a la idea de la propiedad de la vivienda -se reduce la delincuencia,  «inculca una ética del ahorro.» Entiendo que no comparte esos argumentos.

Bueno, he de decir que soy propietario.

¿Por qué?

Cuando era docente en la Carnegie Mellon pude alquilar una vivienda unifamiliar. De hecho, había un pequeño patio con piscina que otro miembro de la facultad había excavado a mano 40 años antes. Cuando me mudé a Toronto, me compré una casa, y la razón es que no pude encontrar la vivienda  de alquiler que quería. Mark Thoma dice que la razón por la que le gusta comprar una casa es porque puede pintar las paredes, cambiar el suelo  o poner la estufa o el refrigerador que le gusta. Y creo que ésa es en buena medida la razón por la que  las personas son propietarias de sus viviendas -las pueden hacer suyas.

Pero cuando hablo con la gente joven, siento que las actitudes están cambiando. Muchos de ellos dicen que escogen en concreto  la Universidad de Toronto porque pueden vivir en una ciudad donde pueden alquilar una gran vivienda y no tienen que comprar un coche. Así que creo que las actitudes están cambiando, y creo que no hay acuerdo sobre los efectos positivos de la propiedad de la vivienda. Creo que hay algunos, pero realmente según las investigaciones más recientes….

Bueno, usted ha mencionado en su artículo que los propietarios no son más felices que los inquilinos. Eso es muy interesante.

Los propietarios son un poco más infelices que los inquilinos. Y una cuidadosa investigación sobre las características socioeconómicas, demográficas y económicas de las personas  pondría en entredicho la idea de que la propiedad produce menores tasas de delincuencia y mayor estabilidad social. Estos beneficios pueden estar correlacionadas con las características de las viviendas, no con la propiedad real de las casas.

Dicho esto, creo que todos podemos pensar en un nuevo tipo de viviendas de alquiler. Estoy imaginando grandes proveedores de viviendas de alquiler -el equivalente de lo que son los principales constructores de hoy-  que construirían viviendas multifamiliares a gran escala. Esos tipos pueden ser muy elegantes, hay una serie  de comunidades que son muy modernistas, entre ellas un desarrollo llamado Aqua en Miami Beach. Y los promotores tendrían unidades disponibles con una gran variedad de precios. Algunas podrían ser relativamente caras y otras podrían ser relativamente asequibles. Y usted puede diseñar su propia unidad, dependiendo de la cantidad que quiera gastar. Usted puede comprometerse con un alquiler a tres o cuatro años de y puede cambiar el suelo,   la cocina,  los cuartos de baño y los accesorios que le gusten.

El otro enfoque que estoy imaginando sería como lo del tiempo compartido, pero aplicado a la propiedad de la vivienda, donde compras una participación en una casa, la prestación de un servicio. Digamos que vivimos en el Distrito de Columbia, pero nuestra oficina se traslada a Bethesda o Tyson’s Corner. Ponemos un anuncio -90 días o seis meses- y cuando haya  una unidad  en Bethesda o Tyson’s Corner, nos podemos trasladar allí, por lo que podemos ir a trabajar en bici o caminando.

¿Cuál es el punto final de este proceso? ¿Estados Unidos convertido en un gran erial de granjas, gobernadas por robots maníacos, con estos gigantes y creativos centros urbanos dispersos por los bordes?

Tiendo a ser optimista. Si nos fijamos en anteriores crisis -como la de  finales del siglo XIX y la de  la Gran Depresión-  tienden a durar cerca de 20 años de principio a fin. Pero lo más importante es que fueron períodos de gran innovación tecnológica,   períodos en los que nuestra geografía económica cambió por completo.

Claro, creo que habrá lugares que serán claros perdedores. Y creo que partes de nuestra geografía quedarán vacías. Pero no creo que la visión deba ser distópica. Creo que esos ajustes pueden ocurrir de manera que todos estén en mejor situación. ¿Quién iba a pensar hace 150 años, cuando más del 50 por ciento de los estadounidenses  trabajaba en el sector agrícola, que esas personas podrían ser absorbidas y tendrían mayores ingresos y vivirían vidas más productivas y prósperas en las ciudades? Creo que hoy se da el mismo tipo de fenómeno. Presiento que tenemos el conocimiento suficiente para construir ciudades más densas y megaregiones, con una mayor preservación de los espacios naturales y siendo más ecológicos, una nación más sostenible en todos los sentidos.

Esto puede ocurrir si nos ponemos a pensar. Sólo tenemos que entender que nuestro desarrollo urbano, nuestro patrón geográfico es lo que realmente establece las condiciones para el crecimiento. No se trata sólo de  investigación,  desarrollo, creación de empresas, nuevas tecnologías y planes de estímulo. La cosa va  realmente  de la naturaleza geográfica de nuestro proceso de desarrollo económico, y creo que tenemos que prestar atención a eso. Si tomamos como principio que lo que realmente tenemos que hacer es invertir en la creatividad de todos y cada uno -y que la gente tenga derecho a expresar sus talentos creativos en la manera que les resulte interesante y pertinente–,  entonces creo que el resultado final será una futuro mejor del que de otro modo habríamos tenido.

2 Respuestas a “Richard Florida: la recesión es la madre de las invenciones

  1. Richard Florida (a quien descubrí casualmente este verano leyendo sobre sociología urbana) estuvo hace unos días en Madrid presentando su último libro; libro que es, por cierto, el primero -si no me equivoco- de este autor que han traducido al castellano. El libro se titula «Las ciudades creativas» («Who’s your city») y lo ha publicado Paidós este mismo mes. Parece interesante, al menos para aquellos a los que nos interesa el tema de individuo urbano moderno. Dejo enlaces a la ficha del libro y a un texto sobre el acto de presentación en Madrid:
    http://www.paidos.com/ficha.aspx?cod=49111
    http://nomada.blogs.com/jfreire/2009/02/presentacin-de-las-ciudades-creativas-de-richard-florida.html

  2. Amigo, sè que no tiene nada que ver pero te pido el favor:

    No recuerdo haberte pedido este favor, pero te agradecerìa mucho si me mandas la información que tengas sobre el debate en torno a las causas de la mortandad aborigen en el siglo XVI en Iberoamèrica.
    un abrazo y mil gracias!

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