¿Es bueno Google para los historiadores?

Seguimos con la resaca del último Congreso de la AHA, celebrado en los primeros días del año. Decíamos hace algunas fechas que una de las sesiones  la  organizaba la  American Association for History and Computing  con el título de “Is Google Good for History?”. Ahora podemos acceder al debate que allí tuvo lugar, gracias a la crónica de Scott Jaschik para insidehighered.

Al parecer, los participantes en la mesa se centraron el el proyecto de digitalización de libros que lleva a cabo Google, sobre  el que nadie se mostró radicalmente en contra.  Incluso los críticos más duros confesaron su utilidad y la del buscador Google en general.

Pero eso no significa que Google Books no fuera criticadopues los académicos cuestionaron la manera en que se ha organizado su proyecto de digitalización y se preguntaron si la compañía estaba haciendo lo suficiente en cuanto al control de calidad. Al mismo tiempo, sin embargo, muchos comentarios sugirieron un profundo aprecio por los esfuerzos de la empresa. Y algunos sugirieron que Google se ha convertido en un blanco injusto por parte de  académicos que, por otro lado,  prestan poca atención a las tarifas que otras empresas cobran a las bibliotecas universitarias por sus materiales. En el transcurso de la discusión, no sólo Google se llevó algunos golpes, también lo hicieron los bibliotecarios y profesores (aunque el representante de Google dejó que los académicos se criticaran a sí mismos).

Dan Cohen, director del Center for History and New Media,  de la George Mason University, inició el debate con una firme defensa de los esfuerzos de digitalización de libros por parte de Google.

«Google es bueno para la historia? Por supuesto que lo es», dijo. «Nosotros los historiadores somos buscadores y examinadores de pruebas. Google es probablemente la herramienta más poderosa de la historia del hombre para hacer precisamente eso. Se ha construido de una forma engañosamente simple para explorar miles de millones de documentos de forma instantánea, y se ha gastado cientos de millones de dólares de su propio dinero para permitirnos leer millones de libros en pijama. La pregunta no es si eso es bueno, sino si es genial «.

Cohen sostuvo que Google está a la vez ampliando el acceso y mejorando la calidad de la investigación. Señaló que, aunque se formó en universidades cuyas bibliotecas tenían  «un Google Books a escala»,  la mayoría no lo tienen. «Ahora estoy en una institución que es muy típica de la educación superior, con algo así como un millón de volúmenes y muy pocas obras raras. En lugares como Mason, Google Books es una salvación, lo que permite una investigación que sólo  podría hacerse de una vez  si estuvieras en el lugar adecuado», dijo Cohen. Indicó que regularmente tiene estudiantes que «descubren nuevos temas a estudiar y escriben sobre ellos a través de búsquedas en Google Books.»

Asimismo, añadió, desde una perspectiva de investigación,  los avances son significativos. La inmensidad del proyecto de Google combatirá  el «problema generalizado de la historia anecdótica», en la que los estudiosos carecen de puntos de comparación para determinar el significado real de un evento, de un texto o de una persona.  «A medida que se escanean más documentos y se ponen en línea, muchos trabajos de investigación histórica se verán expuestos a ser tildados de frágiles y descuidados «, dijo Cohen.  «La existencia de la tecnología moderna de búsqueda debería impulsarnos a mejorar la investigación histórica. Debe decirnos que nuestros métodos analógicos, necesariamente parciales, nos habían impedido tener la posibilidad de una visión más integral «.

Cohen destacó que no se hacía ilusiones de que Google fuera perfecto. Él es de los que – antes lo hacía todo el mundo – comparten un hallazgo que hacen al mirar un libro escaneado por Google, en este caso uno en el que aparece una mano humana que no debería haber sido visible. Y admitió -anticipándose a la crítica posterior– que hay numerosos errores en Google, tanto en títulos como en categorías (especialmente en los metadatos utilizados para clasificar los libros con fines de búsqueda).

Pero dijo que los errores son inevitables y que, en cambio,  lo que hay que criticarle a Google es no liberar más las herramientas que ha creado para clasificar los libros,  para que así los estudiosos puedan comprenderlas  y usarlas mejor. Dijo que Google es inusualmente reservado sobre el proyecto de digitalización, aunque reconoció que eso obedece  en parte a todos los litigios que pesan sobre la empresa.

En general, dijo Cohen, los académicos están demasiado dispuestos a atacar a Google o a cualquier gran corporación. Los historiadores «pueden encontrar errores en casi cualquier cosa», dijo, y «no es sorprendente que esta disposición se agrave cuando una gran empresa, formada en su mayor parte por titulados mejor pagados del otro lado del campus, se nos meten por el medio en nuestro territorio». Cohen dijo que si «Google hubiera invertido cientos de millones de dólares en construir la Biblioteca Widener de Harvard [¿quizá un guiño a la posición de Robert Darnton?], seguramente  nos hubiéramos quejado de todos los escalones que hay hasta llegar a la puerta de entrada».

Y se preguntó por qué tantos académicos se enfadan tanto con Google. «Si bien parece que cada dos semanas sale un libro obsesionado con  Google», se preguntó dónde estaban los volúmenes acerca de otras «grandes empresas de la información que sirven al mercado académico de manera preocupante», argumentando que «estas empresas, que también ofrecen servicios de búsqueda y escaneos digitales, cobran cantidades exorbitantes a las universidades por el privilegio de acceso. Chupan el  dinero de los presupuestos de las bibliotecas cada año, dinero que podría ir a otros usos más productivos » (se puede consultar toda la exposición de Cohen en su blog).

Paul Duguid, profesor adjunto en la School of Information  de la Universidad de California en Berkeley y  con una beca de investigación en la Universidad de Londres, alegó que de hecho es difícil criticar de Google o a sus diversos proyectos sin ser acusado de ser un ludita o alguien pasado de moda.

Duguid sostuvo que la incorrecta clasificación de las obras es demasiado amplia como para ser tratada como un simple defecto, aunque se diga que es  enorme. Cuenta que cuando recientemente el blog de Google Books se jactaba de nuevas herramientas para utilizar ilustraciones para las portadas de libros, descubrió errores en los volúmenes utilizados como ejemplos. Por ejemplo, dijo que Studies of American Fungi había  sido clasificado como un libro de cocina. Y habló de cómo Google había situado Rey Lear en el norte de Nueva York (por el duque de Albany), y que Google decía que  Duguid había escrito un libro que apareció en 1879. (hay un podcast de Duguid sobre esos errores)

Detalles como esos deben importar a los historiadores, añadió Duguid. «Chco, si te equivocas con las fechas, apaga y vámonos».

En cierta ocasión, al publicar un ensayo crítico sobre Google,  un académico le escribió  diciendo que le gustaba la digitalización de Google porque ya no tenía necesidad de ir a la biblioteca. Duguid señaló que eso era  trágico y dijo que debería darles verguenza si ese era el argumento utilizado por los estudiosos (y algunos bibliotecarios) para defender la digitalización. (En general, le parece que los bibliotecarios se han dado demasiada prisa en abrazar a Google).

Si la digitalización se hace bien, sugirió Duguid, podría ser en realidad un gran avance. Sin embargo, dijo que Google lo ha copado todo. Y dijo que las bibliotecas con importantes fondos han cancelado los proyectos de digitalización dando por supuesto que «Google lo hará». A académicos «con experiencia en lo que están haciendo» se les dice que se hagan a un lado, en beneficio de quienes no la tienen, añadió.

A pesar de todas estas inquietudes, Duguid dijo que le preocupaba también la posibilidad de que Google pudiera abandonar ese esfuerzo. ¿Qué sucede si Google decide parar el proyecto, al darse cuenta de que abarca más de lo que puede manejar?, se preguntó. El resultado es que nadie va a hacer bien la digitalización. «Esta digitalización probablemente esté haciéndose de una vez y para siempre», dijo. «No es probable que nadie asuma esta tarea de nuevo». (En el debate posterior, un historiador que era mucho más partidario de la digitalización de Google que Duguid planteó esa misma preocupación,  diciendo que temía el día en que  los ejecutivos se hagan cargo de Google y acaso eliminen el programa).

Brandon Badger, responsable de Google Books, dijo que los expertos no tienen por qué preocuparse. Dijo que hay «pasión» por la digitalización de libros en toda la empresa.

Badger señaló no sentirse  directamente afectado por la mayoría de las críticas, pero habló en repetidas ocasiones sobre el deseo de Google de ayudar a los estudiosos. Cuando un historiador habló de cómo la Web facilita la piratería digital, Badger dijo que  ve a Google Books creando  los medios para vender libros serios  en versión digital. Comparó la idea con iTunes, en el que la disponibilidad de música que uno puede comprar al instante crea una alternativa a la descarga de versiones piratas.

Sobre el tema de los errores, Badger dijo que Google se ha comprometido a mejoras que podrían acelerar las correcciones. Dijo que de momento se prevé un sistema por el que, si dos estudiosos señalan un error, se corregirá automáticamente. Pero también dijo que algunos errores (como las fotos de las manos de aquellos que escanean los  libros) son inevitables y son parte del coste de avanzar en el proyecto. Sosteniendo un libro que había leído mientras viajaba  a la conferencia, dijo que Google podría centrarse exclusivamente en hacer digitalizaciones perfectas de cada página de cada libro, con clasificaciones que no podrían ser discutidas y perfeccionar las imágenes sin ninguna mano visible. Pero dijo que eso llevaría 100 años,  y para entonces «todos estaríamos muertos».

El libro que Badger sustuvo entre las manos  fue citado más tarde en la tanda de preguntas como ejemplo del choque cultural entre Google y el mundo académico. En Google están, de hecho, orgullosos de defender una cultura no-corporativa  y Badger fue, entre los intervinientes,  el que iba vestido de manera más informal. Pero a pesar de que Badger podría haber pasado por un estudiante de posgrado, el libro que sostenía – consejos sobre golf – no era lo que un estudiante que aspirara a graduarse hubiera leído en un viaje donde los colegas de su futuro departamento pudieran escrutarlo.

El profesor que citó el libro dijo que cuando Badger levantó el libro, «se podía sentir cómo los ojos de la gente lo escudriñaban». Y el profesor expresó su temor a que Google y los académicos no encontraran el terreno necesario para dialogar debido a ese choque de culturas. Le preguntó a Badger si Google siempre se plantea la contratación de profesores universitarios o de personas que piensan como los académicos para manejar esos debates y contribuir a la creación de proyectos.

Badger dijo que en realidad ve a los historiadores como «usuarios avanzados» y que  iba a reuniones como ésta para aprender de ellos. Dijo que Google no quiere producir solamente productos de «ingenieros geeky«. Badger bromeó diciendo que iba a publicar algo en Craigslist de inmediato para  buscar más asesoramiento académico. El profesor, advirtiendo una vez más sobre  el choque de culturas,   sugirió que H-NET podría ser un lugar más adecuado para buscar el consejo de académicos de lo que lo pueda ser Craigslist.

5 Respuestas a “¿Es bueno Google para los historiadores?

  1. Despues de leer a Duguit, sigo pensando que el mejor calificativo para lo que dice es «Ludita.» Sobretodo para un historiador que quiera trabajar en cosas de fuera de España, Googlebooks, H-Net y las herramientas de este tipo son la única posibilidad de aportar investigaciones originales sabiendo lo que ya han hecho otros.

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  3. Te envío un blog donde se cita tu entrada y se da un caso concreto de utilización de Google en la investigación histórica. Un abrazo.

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