Leopold von Ranke

Hablábamos hace unos días del discurso de despedida de Gabrielle Spiegel al frente de la AHA. La responsabilidad, señalábamos, corresponde ahora a Laurel Thatcher Ulrich, que ha empezado sus obligaciones con un breve pero significativo artículo en Perspectives on History. Su título, muy propio de la autora, es  «Sobre gatos, sombreros y cosas del pasado». Hace referencia a algunos pasajes de Alicia y, por supuesto, al célebre gato de Cheshire. Todo ello para recordar que la organización cumple 125 años y que no estaría mal, a pesar de la crisis, que sus miembros donaran alguna cantidad para celebrarlo como corresponde.

La conmemoración es, por otra parte, una bonita excusa para escarbar el el pasado de la AHA, como así será durante todo el año en las páginas de la citada revista. La cosa empieza bien, con un texto dedicado a los historiadores extranjeros que la AHA ha galardonado a lo largo de su agitada existencia. ¿Quién dirán que fue el primero? David M. Darlington nos lo descubre:

vonranke

La primera persona en ser nombrada miembro honorario extranjero fue  el historiador alemán Leopold von Ranke. Sucedió en la segunda reunión anual de Asociación, celebrada en 1885 en la ciudad de Saratoga, Nueva York,   cuando sus miembros aprobaron una resolución para rendir homenaje a von Ranke, a quien calificaron entonces como el  «más antiguo y distinguido exponente vivo» de  la ciencia histórica. Añadiendo a ello  que la organización estaba «deseosa de mostrar su propia dedicación a esas actividades que Leopold von Ranke había perseguido de forma tan conspicua». Por aquel entonces, la AHA tenía como  presidente a George Bancroft, que transmitió a von Ranke esa «primera recomendación de miembro honorario». El 5 de diciembre de 1885 , Bancroft le envió la siguiente carta:

Mi venerado y querido maestro y mi muy honrado amigo. Hemos tenido muchas sociedades históricas en nuestros distintos Estados. Hemos fundado recientemente la American Historical Association, dedicada a los asuntos de los Estados Unidos de América. Deseamos para ella su bendición;   a tal fin  solicitamos a usted,   y por ahora  sólo a usted, que como prueba de nuestra reverencia dé su consentimiento para convertirse en nuestro miembro honorario. Nuestro deseo es hacerle un homenaje especial como el más grande historiador vivo. Añado mi solicitud personal a la petición de la sociedad para que nos conceda esta muestra de su consideración. Damos gracias al cielo para que cumpla  su nonagésimo año en el pleno disfrute de su salud. Y para que pueda continuar recibiendo durante mucho tiempo las crecientes pruebas de afecto y honor que le dispensan sus discípulos. Su siempre devoto y afectuoso  estudioso y amigo, George Bancroft.

El 14 de febrero de 1886, Leopold von Ranke escribió desde Berlín:

En respuesta a su amable comunicación, acepto agradecido el puesto de miembro honorario de la Asociación, para el que he sido elegido. Me satisface enormemente pertenecer a una sociedad que persigue más allá del océano los mismos objetivos que a este lado nos esforzamos en conseguir. Esta unidad de estudios enlaza a pueblos muy distantes entre sí, aunque unidos por un antiguo parentesco. Me llena de especial alegría ver que el Sr. George Bancroft, uno de los maestros de nuestra ciencia, me tiende la mano  desde tan lejos –un hombre al que, durante su residencia en Berlín, estuve unido por lazos de amistad reverencial. Acepte mis más sinceros sentimientos y honor.

Leopold von Ranke murió pocos meses después, el 23 de mayo de 1886.

En los años sucesivos, y con cierta irregularidad,  se nombrarían otros miembros honorarios, entre los que estuvieron Theodor Mommsen (1900) o Benedetto Croce (1943).  Y un año después de que lo fuera el filósofo italiano, en 1944, se produjo un auténtico alud: Pierre Caron (Francia); Aage Friis (Dinamarca); Hu Shih (China); Johan Huizinga (Holanda); Albert Frederick Pollard y George Macaulay Trevelyan (Reino Unido); Affonso de Escragnolle Taunay (Brasil); y George Mackinnon Wrong (Canada). Entre los de aquel año figura, además, el único español seleccionado por la AHA en toda su larga historia: Rafael Altamira Crevea, aunque por entonces era un exiliado más. Con la misma nacionalidad figura también, pero es un error clamoroso, el chileno  Domingo Amunátegui Solar. En fin, muy poca presencia española desde el homenaje a Ranke en 1886 hasta el nombramiento más reciente en 2008, el de Jacques Revel.