A propósito de Gaza: Eric Hobsbawm

La London Review of Books publicó el pasado 15 de enero las reacciones de algunos de sus colaboradores a lo ocurrido en Gaza. Escojo la de Hobsbawm, porque la de Ilan Pappe ya la ha publicado El Pais:

Eric Hobsbawm

hobsbawm

Durante tres semanas  la barbarie ha sido mostrda ante un público universal, que ha observado, juzgado y, con pocas excepciones, rechazado el uso del terror militar por parte Israel contra  un millón y medio de habitantes  bloqueados desde 2006 en la Franja de Gaza. Nunca antes las justificaciones oficiales de la invasión han quedado tan claramente refutadas como ahora, con la combinación de cámaras y  aritmética;  ni el lenguaje de las «objetivos militares» con las imágenes ensangrentadas de niños y la quema de  escuelas. Trece muertos de  un lado, 1.360 de otro: no es difícil establecer dónde está la víctima. No hay mucho más que decir acerca de la terrible operación de Israel en Gaza.

Excepto para aquellos de nosotros que somos judíos. En una larga e insegura historia como  pueblo en la diáspora, nuestra reacción natural a los actos públicos ha incluido inevitablemente la pregunta:  «¿Es bueno o malo para los judíos?»  En este caso, la respuesta es inequívoca: «Malo para los judíos».

Es claramente malo para los cinco millones y medio de judíos que viven en Israel y los territorios ocupados desde 1967, cuya seguridad se ve amenazada por las acciones militares israelíes que sus gobiernos adopten en Gaza y en Líbano, acciones que demuestran su incapacidad para lograr sus objetivos declarados y que  perpetuan e intensifican el aislamiento de Israel en un Oriente Medio hostil. Desde el genocidio o la expulsión masiva de palestinos de lo que queda de su tierra natal no ha habido otro programa práctico que la destrucción del Estado de Israel, y sólo una coexistencia negociada en igualdad de condiciones entre los dos grupos puede proporcionar un futuro estable. Cada nueva aventura militar, como las de Gaza y el Líbano, hará que esa solución más difícil y fortalecerá al ala derecha israelí y a los colonos de Cisjordania, que encabezan el rechazo a la solución negociada.

Al igual que la guerra del Líbano en 2006, Gaza  ha oscurecido las perspectivas de futuro para Israel. También ha oscurecido las perspectivas de los nueve millones de judíos que viven en la diáspora. Permítanme que no me ande con rodeos: la crítica de Israel no implica antisemitismo, pero las acciones del gobierno de Israel causan vergüenza entre los judíos y,  sobre todo, dan pie  al acutal antisemitismo. Desde 1945,  los judíos, dentro y fuera de Israel, se han beneficiado enormemente de la mala conciencia de un mundo occidental, que se había negado a la inmigración judía en la década de 1930, unos años antes de que se permitiera o no se opusiera al genocidio. ¿Cuánta de esa mala conciencia,  que prácticamente eliminó el antisemitismo en Occidente durante sesenta años y produjo una época dorada para su diáspora, queda en la izquierda hoy?

La acción de Israel en Gaza  no es la de un pueblo que es una víctima de la historia, ni siquiera es el «pequeño valiente»  Israel de la mitología de 1948-67, con un David derrotando a todos los Goliaths de su entorno. Israel está perdiendo la buena voluntad tan rápidamente como los EE.UU.  de George W. Bush, y por razones similares: la ceguera nacionalista y la megalomanía del poder militar. Lo que es bueno para Israel y lo que es bueno para los judíos como pueblo son cosas que están evidentemente vinculadas, pero mientras no haya una respuesta a la cuestión de Palestina no son y no pueden ser idénticas. Y es esencial para judíos que se diga.

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Véase también la entrevista que Pappe concedió al  Guardian el pasado 20 de enero.

4 Respuestas a “A propósito de Gaza: Eric Hobsbawm

  1. Los discursos pacifistas tienen siempre el atractivo de la retórica pacifista, pero… o se quedan en manifestaciones de «la buena conciencia» (nacida de la «mala») o terminan, por su falta de rigor y objetividad -en todo sentido, me refiero, es decir: en tanto que análisis histórico-social profundo; que no se lleva a cabo ni se hizo jamás con «romanticismo»- que no por las demás cosas… dando un espaldarazo a uno u otro de los contendientes con quienes precisamente se simpatiza a priori. Uno de los problemas de esto es el silencio de las posibles «soluciones» que se sugieren y que no son nada «románticas» (no reales) en su aplicación real y en todos sus pormenores reales (no «románticos»). Por ejemplo: supongamos que se pudiese llegar a un acuerdo entre «las partes», «partes» de las que los extremos sin duda deberían quedar fuera (los halcones israelíes, los fundamentalistas)… ¿denunciarían los pacifistas judíos como Hosbawm la represión furibunda que el Estado Palestino emplearía para sofocar los intentos de «sus» extremistas para echarlos de nuevo del poder y volver a la guerra de exterminio en la que no habrían dejado de pensar nunca? Esto es un ejemplo de escenario, pero que pretende mostrar realidades alternativas posibles que el «romantisismo» deja fuera… total… lo que pretendían en realidad era sólo dar rienda suelta a… «su buena conciencia». Como ese, se podrían dar otros escenarios posibles, el de un ejército o policía internacional que impusiera la paz… violando las fronteras de los contendientes y sus propias «democracias» (de más o menos seriedad según el caso), etc. (dejo el resto de las consecuencias de una acción eficaz de ese tipo a la imaginación realista de c/u). En fin… con mis mejores pretenciones de contribuir a pensar y no a vociferar o recitar.
    Gracias y un saludo cordial y sincero.

  2. Bueno, eso siempre depende del lector. Pido excusas por no participar en estos debates, algo que es norma en esta casa. Sin embargo, sigo en silencio El Tinglado (y otros blogs). No siempre estoy de acuerdo, pero lo que importa de cualquier autor o lectura es el estímulo que proporciona, como es el caso.

  3. Creo que hay una muy buena parte de ciudadanos/as de Israel que hace años hubieran iniciado un diálogo serio y permanente con el Pueblo Palestino y el Mundo Árabe. Y de hecho así fué durante buena parte de la década de los 90 del siglo pasado. Ese diálogo no fructificó. De ese fracaso vienen las tensiones actuales y un claro clíma bélico entre el Pueblo Israelí y el Pueblo Palestino. ¿Se ha roto el diálogo? no debiera, pero lo cierto és que ahora y a raíz del bombardeo de Gaza ese diálogo está muy maltrecho y costará recomponerlo. Israel ahora, ha dado el triunfo en las urnas a la «derecha y extrema derecha»; en cierta forma postura lógica para una nación que se siente amenazada. ¿Qué nos deparará el futuro? considero que sólo hay una salida: el diálogo entre las partes…sí, de nuevo. Considero que és la única salida racional y racionalizable a este conflicto; lo contrario no quiero ni pensarlo. ¿Sus consecuéncias ? de difícil previsión, pero nada buenas; ni para los contendientes, ni para la Humanidad en general.

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