Los retos de la historia digital

Se me perdonará esta insistencia en la historia digital, que interrumpe un poco el discurrir de esta bicátora, pero hay razones profesionales que lo justifican.

Son muchos los que califican de inanidad esta cosa digital, recordando que buena parte de lo que se pregona no es sino simple fuego de artificio. Videos, audios, enlaces, colorines, marcos, apariencia posmoderna en fin para diluir la auténtica tarea disciplinaria, que en el fondo consistiría en lo que siempre ha consistido.  No negaré que eso abunde y que predomine el chismorreo y la vulgarización, que falte jerarquización, que lo significativo aparezca al mismo nivel que lo fútil, etc., pero no todo es así.

Conviene recordar que la historia no es una disciplina natural, como tampoco lo son las otras. La hemos construido, profesionalizado y predicamos su relevancia. pero en ocasiones olvidamos historizarla convenientemente. No se escribe igual que se escribía en el siglo XVIII o en el XIX y, por la misma razón, han cambiado sus métodos (más depurados), sus fuentes (¿qué no lo es?) y la sociología de los que la practican. ¿Acaso alguien cree que la simple existencia del correo electrónico y las páginas web no nos ha cambiado como profesión?  Hoy en día hemos multiplicado los contactos, y las influencias, antes tan nítidas, son ahora mucho más volátiles e impuras.

Por tanto, hablar de historia digital es reflexionar sobre las condiciones en que se hace o se hará la disciplina, entendiendo que han aparecido unos soportes distintos y unos recursos desconocidos hasta hace poco.  Podemos loar estas herramientas inéditas y continuar como si tal cosa o podemos pensar si nos cambiarán de algún modo.  Parte del problema, y esto hemos de reconocerlo, es que las nuevas tecnologías nos superan, al menos por su vorágine innovadora. Estamos alfabetizados en el mundo textual clásico y nuestro método de trabajo, en el sentido amplio de término, no siempre se acopla con las posibilidades que la red nos ofrece. Más aún, hemos de admitir que algunos pertenecemos a una generación que, sin llegar tarde, nos vemos superados muchas veces por este mundo. De hecho, muchos somos los que hemos de ir de la mano de expertos informáticos para trasladar nuestras ideas, cuando conseguimos tener alguna visión sobre cómo trabajar con los nuevos medios.  No estamos alfabetizados digitalmente, al menos no más allá de los procesadores de texto, el correo y el manejo de herramientas sencillas (para gestionar un blog o hacer una página web, por ejemplo).  Y esto no va a cambiar fácilmente, porque no disponiendo de esas habilidades tampoco las podemos transmitir a nuestros estudiantes.

Aunque no conviene desesperar, lo cierto es que entre lo sencillo y lo complejo hay un trecho muy considerable. Pensaba en ello al leer una entrada en el blog de uno de los académicos más osados en este mundo de la historia digital, William J. Turkel. Empezaba este historiador recordando una cita del libro de Patrick Manning  Navigating World History: «Navegar por la historia del mundo es un objetivo ambicioso pero limitado,  uno bastante distinto del objetivo inalcanzable de «dominar» el tema. Nadie puede aprenderlo todo sobre la historia del mundo. Cualquier persona que persiga ese objetivo va a sentirse perdido. Por poner una analogía, diríamos que todos los que han intentado conquistar el mundo han fracasado, pero muchos de los que han atravesado el globo han adquirido  placer y  ampliado  su comprensión».

El proemio queda muy bien, dice Turkel, pero a veces significa poco, porque hay quien  tiene muchas dificultades para adentrarse en ese mundo. Así que propone siete breves consejos para empezar y no desesperar:

1. Nadie será capaz de leerlo todo. En este mundo en línea, el material sobre cualquier tema aparece más rápidamente delo que uno es capaz de asimilar.   Cuanto más tiempo se dedica a un tema, más cosas quedan sin poderse consultar. eso no es problema, porque a todos nos sucede los mismo, seamos conscientes o no.

2. La primera herramienta que debemos dominar es el motor de búsqueda. La mayoría de la gente piensa que escribir una palabra o dos en el Google o en Yahoo!  es todo lo que necesita saber. No es así! En primer lugar, los motores de búsqueda tienen una página de búsqueda avanzada que  permite centrarse en el asunto escogido, excluir términos de búsqueda, privilegiar algunos sobre  otros, limitar los resultados a un particular tipo de documento, a lugares concretos, a períodos cronológicos, y así sucesivamente. En segundo lugar, diferentes motores de búsqueda introducen un sesgo diferenciado, al clasificar  los resultados de otra manera. Se obtiene una mejor respuesta cuando utiliza habitualmente más de uno.

3. Debemos tener una estrategia para capturar  información. Una búsqueda explícita es algo que se hace una vez, pero la web está en constante cambio. Mediante el uso de RSS feeds es posible crear un número de búsquedas que se ejecuten automáticamente, lo cual nos proporcionará una actualización constante del tema. Se puede obtener más información en el volumen de  Tara Calishain  Information Trapping: Real-Time Research on the Web

4. El navegador puede servirnos para recopilar citas y ordenarlas. Hasta que se empieza a  hacer trabajos avanzados en  historia digital, uno tiene acceso a casi todas sus fuentes en línea a través de su navegador. Si se utiliza Zotero, podemos realizar un seguimiento de esas fuentes en el navegador. Eso acelera realmente el proceso de investigación.

5. Es posible automatizar el proceso de descarga de fuentes. Hay una serie de herramientas que  facilitan capturar gran cantidad de fuentes en línea sin tener que descargarlas una a una. En el navegador Firefox, por ejemplo, se puede usar algo como DownThemAll. Otra opción es GNU Wget.

6. La web no está estructurada como una bola de espaguetis. Mucha de la información más interesante de las fuentes digitales se consigue a través de  hipervínculos que nos conducen a distintos nodos, como páginas personales, documentos, archivos, instituciones, etc. Los motores de búsqueda proporcionan algunos instrumentos rudimentarios para trazar mapas de estas conexiones, pero se puede aprender mucho más con herramientas especializadas.

7. Asumamos  que lo que queremos saber está por ahí, así que hay que ir a buscarlo.

En fin, un septeto de recomendaciones que a algunos les parecerán excesivas y a otros escasas. Excesivas porque, como se puede observar,  ésta es una perspectiva muy comprometida con lo digital, incluso radical, que presupone la presencia en línea de buena parte de las fuentes con las que ha de trabajar el historiador.  Es algo sobre lo que conviene reflexionar, algo sobre lo que nos ha alertado recientemente Robert Darnton al referirse a la necesidad de tocar el documento, de sopesar su materialidad y descifrar con ella algunos de los residuos del pasado. Excesivas también  porque, como he sostenido en otras ocasiones, es un horizonte lejano aquí y ahora, al menos en Europa.

Pero esas recomendaciones también les sonarán parcas a unos pocos, vistas las posibilidades de la web. Están bien para empezar, pero apenas permiten vislumbrar lo que podemos hacer, sobre todo tras la llegada de la web 2.0 y lo que se avecina. Además, una vez recopilemos las fuentes ¿qué hacemos con ellas? ¿qué formas de hacer historia tenemos?

Pongamos un ejemplo final, extraído en este caso del blog de otro ilustre practicante de esta especialidad, Dan Cohen. del tantas veces citado Center for History and New Media de la George Mason University.

Indica Cohen que una de las verdades más incómodas acerca de las humanidades digitales -de hecho, probablemente es una de las razones que mejor explica la resistencia a las humanidades digitales por parte de los académicos tradicionales- es que el diseño importa. Aquellos de nosotros que se dedican al mundo de la mente les gusta pensar que las ideas y la perspicacia  encuentran un público y tienen impacto  independientemente de  cosas tan superficiales como el vehículo a través del cual esas ideas y perspicacia se comunican. El diseño huele también a comercialización, algo que la mayoría de  profesores consideran indecoroso.

Pero un buen diseño de un sitio web,  como el difunto Roy Rosenzweig y el propio Cohen  señalaron en Digital History,  hace que un recurso sea útil y utilizado. Útil debido a que el recurso estará estructurado de tal manera que un usuario podrá explorarlo plenamente y aprender de él; utilizado porque el usuario se verá atraído por lo que se ofrece  y advertirá de su existencia a los demás.

Cohen ofrece dos ejemplos contrapuestos, para lo bueno y para lo malo.

Lo malo, por abigarrado y confuso:

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Lo bueno, por claro y ordenado:

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En todo caso, su reflexión es un pórtico para promocionar una herramienta  que, como todas las del CHNM, es extraordinaria y da resultados sorprendentes. Su nombre: Omeka. Les invito a hacer una visita  y a compartir el reto de la historia digital con algunos de los lugares generados con Omeka:

Bracero History Archive

Gulag: Many Days, Many Lives

Hurricane Digital Memory Bank

Making the History of 1989: The Fall of Communism in Eastern Europe

Object of History

Experiencing Medieval Places

12 Respuestas a “Los retos de la historia digital

  1. ¿Cómo es posible que con la multiplicidad que ofrece y posibilita internet, tengamos un bipartidismo político formal y un predominio material y unilateral del Dinero?

    ¿Qué significa que CUALQUIERA pueda crear contenido en Internet? ¿Acaso significa que la desinformación es bienvenida y premiada por el «sistema»?

    ¿Es Internet una máquina de fragmentación? Pienso en el momento actual. Se están planteando ya algunos una huelga general. ¿Sirve de algo una huelga general? ¿A quién beneficia?

    ¿Qué es un partido político en la era de Internet? ¿Cómo es posible ver recientemente decir a Maragall que hay que DEMOCRATIZAR los partidos?

    ¿Cómo es que por ejemplo -que yo sepa- no hay un solo foro serio donde se discuta con cierta normalidad y rigor, sobre lo que está ocurriendo, por ejemplo en Valencia?

    ¿Es en definitiva Internet, la «ideología dominante» de las «clases dominantes» en ESTE momento dado?

    ¿Cómo es que la masacre de Irak provocó reacciones multitudinarias en la forma de manifestaciones en toda Europa, mientras que el SAQUEO y EXPOLIO global llamado «crisis financiera», no ha producido de momento nada parecido?

    ¿De qué sirve Internet si el trabajo asalariado es un puro MECANISMO DE DISCIPLINAMIENTO y CONTROL?

    ¿Es posible que Internet sea algo parecido a la estrategia que se narra en «La CIA y la guerra fría cultural» pero a mayor escala y con una precisión infinitamente mayor?

    ¿Hay alguna estrategia mejor para DESMOVILIZAR que la INFOXICACIÓN, que la abundancia extrema de información?

    Por último y sin ánimo de ofender… ¿a quiénes les interesa la historia hoy?

    Son preguntas que me hago así sin más…

  2. Demasiadas preguntas para una entrada modesta. Exceden las posibilidades de la bitácora y aluden a cuestiones que no siempre tienen que ver con internet. En todo caso, merecerían una respuesta que no puedo desarrollar aquí.
    ¿A quiénes les interesa la historia hoy? No son muchos, desde luego, pero esperemos que sean suficientes y que seamos capaces de ofrecerles textos significativos, en internet o impresos.

  3. ¿Repito lo mucho que me gusta cómo enfocas este blog?

    El tema que propones es fundamental, pero me temo que es demasiado pronto para ser capaces de formar a nuestros alumnos en investigación digital. Cada día surgen nuevos fondos de materiales que merecen un repaso, pero de momento parece que nadie parece dispuesto a lanzar motores de búsqueda centralizados y especialmente diseñados para ellos. Quizás no fuera mala idea crear un proyecto donde trabajaran informáticos con cierta aptitud para comprender las necesidades del historiador, historiadores que comprendan qué está en juego cuando hablamos de Internet como repositorio y archivo y desarrolladores y diseñadores que comprendan las necesidades básicas de un usuario.

    A las preguntas de Pepito se puede contestar rápidamente:

    1. Internet no es un reflejo del mundo ni pretende serlo. Hablar de bipartidismo y de internet, si se me permite, es comparar churras con merinas. Internet es simplemente una plataforma de libre expresión —de momento— no una especie de maná de corrientes políticas. No creo que haga falta dar ejemplos históricos para ver que siempre ha sido así. Sobre el dinero, qué quieres que te diga, el mundo está hecho así.

    2. La desinformación es un mal necesario. Cuando oigo este argumento pienso si la persona que lo enuncia no se habrá leído palas, como el resto, de auténticos pestiños en forma de artículo y de monografía. Refugiarse en el viejo esquema academicista lo único que acabará por generar son aulas de historia vacías, si no al tiempo.

    3. Un partido político en la era de Internet es lo mismo que un partido político hace treinta años, el trabajo de la base del partido, las opciones de difusión y demás son lo que cambian. Si te fijas, no ha habido todavía ningún tipo de acción política seria y coordinada que haya partido de manera inmediata de Internet.

    4. Porque a la gente no le interesa, sencillamente. O porque se mueven en un ámbito, Internet, donde las referencias no están tan claras y demarcadas como en el mundo real. Si te preguntas esto es un buen momento para abrir un foro o un blog y crear contenidos que expliquen el problema y sean atractivos —sí, leyes de mercado, ¿y qué?— que atraigan a la gente y cambien sensibilidades. Ahora, dudo que cambiar sensibilidades vaya a reformar la situación de Valencia, Internet tiene un enorme poder sublimador a su manera.

    5. «Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio». Y, de nuevo, cada vez vivimos en una sociedad más pasiva con respecto a sus derechos. Pero eso, de nuevo, no es un problema de Internet.

    6. No entiendo la pregunta.

    7. De momento no, desde luego, la Administración Bush ha demostrado hasta donde llegan los límites de control de los ciudadanos. El control aleatorio de llamadas telefónicas para asuntos terroristas, por ejemplo, supuso un desembolso brutal al Estado y era imposible ejercer un control ni remotamente estricto.

    8. Sí, la desinformación, o mejor, que la información siga en manos de una supuesta élite. Si eres capaz de discernir entre la información relevante o no, si eres una persona social, política y académicamente concienciada, como parece, eres una persona muy valiosa en Internet que puede ayudar a otros a marcar la diferencia.

    9. Si la respuesta es a nadie, entonces es que no estamos haciendo bien nuestro trabajo, o estamos dando por hecho que la historia se defiende por sí sola. Darás una clase ante 40 alumnos, o publicarás un artículo académico que leerán —con suerte—, 100 especialistas. La entrada de un blog corriente puede atraer 1000 lectores diarios, ¿no es un lugar para comenzar a hacer que la gente se interese por la historia?

    Y perdón por la parrafada, de verdad.

  4. Bueno, si a esas preguntas se puede responder «rapidamente» ya está todo dicho y no hay más que decir.

  5. Bueno, si a esas preguntas se puede responder «rápidamente» ya está todo dicho y no hay más que decir.

  6. No me he explicado bien, no he querido decir que sean preguntas fáciles ni que que puedan ser respondidas a la ligera. Sin embargo, creo que las exigencias para nuestro campo son otras en este momento, si queremos que se expanda y perviva, claro. Está bien teorizar sobre Internet como panóptico, sobre lo malvada que puede ser, sobre la terrible situación de la historia, sobre mecanismos de control, sobre la desinformación y la intoxicación de contenidos, etc.; pero desde mi punto de vista es un momento lleno de posibilidades y sería bueno que la gente con formación académica y capacidad comunicativa desarrollara proyectos divulgativos bien hechos y estructurados. Era la propuesta, si no me equivoco, de la entrada del blog, y creo que el enfoque de todo ello como reto es más productiva, e infinitamente menos paralizante, que cuestionarnos la esencia del medio, al menos por el momento.

    De nuevo, tus preguntas me parecen enormemente pertinentes, y en ningún momento he querido cerrar o dar carpetazo a la conversación con mis palabras. Si esa ha sido tu impresión, acepta mis disculpas por no haberme explicado bien. En breve le dedicaré al tema una entrada en mi blog donde, confío, podamos seguir charlando de todo esto. Gracias, Anaclet, por haber fomentado este debate y disculpas por haber acaparado más de lo necesario este sitio. Un saludo.

  7. Nada que disculpar y menos aún por un supuesto acaparamiento. Lamento no intervenir en las polémicas, pero las bitácoras están para eso, al menos en parte. Un saludo a ambos

  8. La memoria escrita siempre ha sido vital para la Humanidad…Y la escritura digital no será la excepción.

    Perdona el abuso, pero quisiera invitarte a que revises mejor los conceptos sobre este asunto tan importante, entrando en mi blog en la casilla «Literatura» o «Nuevas tecnologías» y le das un vistazo a las entradas «¿Estamos en presencia de la muerte del libro?» y «Por qué seguimos leyendo los periódicos» son muy breves (no más de tres párrafos) y sé que complementaran lo dicho por tí.

    Saludos

  9. Bueno, será que yo no he superado las críticas de Freud, Marx y Nietzsche, y tengo mis dudas razonables sobre las promesas de las tecnociencias.

    Un «momento lleno de posibilidades». No sé qué puede significar esto después de Auschwitz, por no hablar de Guantánamo, la verdad.

    Adorno, Horkheimer, 1949, «Dialéctica del Iluminismo», no sé si recordáis. La razón burocrática, al servicio de la masacre. Todo eso.

    Pienso también en aquello del viejo Marx, cuando habla de las fuerzas que la burguesía -siempre pisando el acelerador a fondo- ha desencadenado. Fuerzas que producen un desorden incremental e incontrolable, hasta el punto de un estadio -sin duda- «preapocalíptico». Pienso en Nietzsche, por ejemplo, en el «espacio vital», en la necesidad, no de conservar el poder, que es morir, sino de AUMENTARLO… Pienso en «El malestar de la cultura» de Freud, en fin en todas esas cosas tan trilladas.

    Porque ¿no ofreció la imprenta un nuevo mundo de posibilidades? Sí, desde luego, pero es extraño, por no decir algo peor que dos tercios de la humanidad vivan después de tanto tiempo, al límite de la supervivencia.

    Entonces, ¿hasta que punto Internet es un nuevo mito de liberación? Ojo, son preguntas que me hago a mí mismo pero que os trasladaba con poco acierto quizá.

    Ahora bien, si de lo que se trata es del «futuro» de VUESTRA disciplina, entonces perdón por la intromisión.

  10. No sé si debiera contestar a esto de nuevo, ni si soy la persona más adecuada, pero puedo al menos darte mi opinión. En principio, creo que se trataba en la entrada de cómo enfocar la creación de la historia en formato digital —aquí tenemos al autor para que me corrija, otra ventaja de Internet— y creo que la pregunta que tú planteas, o las referencias que sugieres, conducen a un problema bien distinto.

    Ni Marx, ni Nietzsche, ni Freud podían imaginar, ni trataron nunca, una sociedad como la actual. Más aún, utilizar a Marx para comprender el mundo en 2008, cuando los mecanismos de producción, los sistemas de mercado, el proletariado, la burguesía y demás han cambiado de una manera tan absoluta no sólo conduce a problemas de interpretación importantes, sino que difumina la realidad tal y como está funcionando.

    Nunca he sabido qué significa después de Auschwitz, y mucho menos qué significa después de Guantánamo. Después de Auschwitz y después de Guantánamo respiras, comes, vives e interactúas, hay situaciones que requieren acción inmediata cada día, hay motivos por los que luchar y vías que merece la pena explorar para hacer que esta tierra sea mejor. A mí, sinceramente, me interesa más qué puedo hacer que cómo la historia me determina, o mejor, cómo determinó a un becario infinito, a un furor infinito o a un médico de señoras en Viena. Y pensar que no puedes hacer nada, pensar desde la poltrona de Marx, de Nietzsche, de Adorno, de Lacan o de quien quieras, no te va a ayudar a cambiar una situación que a todas luces te preocupa —has ido a buscarlos reclamando respuestas— ni, desde luego, Marx, NIetzsche o Freud han hecho de este mundo un lugar mejor y más habitable. Quienes sí hicieron algo por cambiar las cosas, por desgracia, han escrito poco, y de no ser por el trabajo de historiadores, quizás quedarían sumidos en el olvido.

    Sobre el preapocalipsis. Vivimos en una sociedad eminentemente llorona y quejosa, y eso es muestra de que vivimos muy bien. Pensar que estamos en una época preapocalíptica es no querer ver por dónde ha tenido que pasar la humanidad hasta llegar aquí, es no querer ver lo mucho que hemos logrado y, sobre todo, es no querer ver que queda mucho por hacer y que está en nuestras manos.

    Internet no determina, ni determinará tu vida, no es un mito de liberación —eso es un anuncio de colonia, y no te digo que algunos no lo crean a pies juntillas—, es un medio por el que tú y yo podemos hablar en interactuar gracias a otro —Anaclet— que yo al menos no conozco. Es un bálsamo si quieres, si la conversación queda en esto, porque ni tú, ni yo, ni Anaclet cambiaremos el mundo discutiendo a Badiou, leyendo a Rancière, peleando contra Shmitt, como es evidente. Incluso si propones al foro que tengas a tu alcance la imposibilidad de hablar, incluso de mirarnos al espejo tras Auschwitz, tras Hiroshima, tras Nagasaki, tras el Gulag, tras los Khemers Rojos, tras lo que tú quieras… lo único que eso supone es que niegas la posibilidad de que tus acciones puedan suponer una diferencia, y niegas a los demás la posibilidad de cambio, al menos si tu crítica no va acompañada de una acción que establezca una cadena de acciones que algún día pueda dar un resultado radicalmente opuesto y proporcional.

    ¿Internet es un nuevo mito de liberación? Sigamos con tu propuesta, ¿y qué si lo fuera? A mí, y creo que a nadie, se le escapa que esta sociedad en la que vivimos es cada vez más controlable, esto por una parte es peligroso, pero por otra parte te dice algo de la sociedad en la que vives, esta sociedad necesita un marco de acción. Desde USA, donde estoy, he visto la acción por las calles para la campaña política, y habría que carecer de ordenador para no haber visto lo que fue en Internet. ¿Es un error volcar la capacidad de actuación en la elección de un presidente, dentro de un sistema que a fin de cuentas está enfermo? ¿Es luchar por mantener una dinámica histórica que sólo nos lleva a la destrucción? ¿Es la desesperación por mantener un estatus y un medio de vida que habrá, inequívocamente, de desaparecer? Puede ser. La cuestión es que ni tú, ni yo, podemos luchar contra esa dinámica ni usando Internet, ni saliendo a la calle con un cartel que grite «Barbari». ¿Ves que la gente está cada vez más dispuesta a ceder su campo de acción, a delegar su papel dentro de su propia sociedad? Yo sí lo veo, y eso que supongo que para ti es un foco de preocupación, es para mí, sin embargo, un lugar de esperanza, porque significa que hay energía suficiente, y un lugar, para el cambio.

    Sobre lo que dices de la imprenta y su comparación con Internet. La imprenta supuso un cambio radical en Europa durante el Renacimiento, y pensar que las opciones de difusión que concedió la imprenta no fueron determinantes en cambiar la mentalidad de un continente —que no es moco de pavo—, y en abrir vías para reestructurar la manera en que los ciudadanos de ese continente se relacionaban consigo mismo, con la cultura que lo parió y con la circunstancia histórica que lo rodeaba es no querer ver con perspectiva todo el proceso. Fue un proceso muy lento, y duro, duro hasta el punto que ningún occidental de nuestra generación o de la generación previa ha tenido que sufrir en sus carnes —buen síntoma, ¿no?— lo que los intelectuales que apoyaban el cambio tuvieron que soportar. La historia sirve para ver estos procesos y no centrarse en proclamas, el cambio existió y tuvo lugar, y vivimos, a pesar de todo, en un mundo infinitamente mejor de como era en el siglo XVI o en el XVII. No solo por la imprenta y otras tantas tecnologías, sino por infinitas acciones relacionadas con la microfísica del poder y, si quieres, un buen puñado con su macrofísica.

    «Dos tercios de la humanidad viven al límite de la supervivencia», sin duda, y es algo terrible. Algo que desde nuestras pantallas, teclado bajo las manos y café en la mesa hay que tener muy poca vergüenza para hablar. Las terribles situaciones que viven todas y cada una de esas personas son nuestra responsabilidad hasta cierto punto, pero es infinitamente más injusto negarles a ellos y a sus dirigentes la responsabilidad que tienen para el cambio. Esto no supone no establecer acciones en esos países que conduzcan al desarrollo, pero sí requiere conceder que esos países podrán establecer el cambio mediante acciones coordinadas que salgan de sus propios ciudadanos y dirigentes. Ni una postura eurocéntrica al respecto, ni mucho menos de acción política directa por parte de Occidente, ayudará más a estos países de lo que lo hizo durante el siglo XIX; sino que sencillamente establecerá una nueva forma de servilismo que ha dado réditos —como sabemos— a corporaciones, a gobiernos y comerciantes de armas junto a un buen puñado de dirigentes y burgueses —ahora sí— corruptos de esas propias naciones.

    Me vuelvo a disculpar por haberme extendido tanto y por haber dado unas respuestas tan de andar por casa. Pero me parece que has establecido preguntas muy importantes que no sólo te preocupan a ti, sino seguramente a todos los que leen este blog desde el momento en que viven en este mundo. Siento que las respuestas no sean satisfactorias, porque ni siquiera lo son para mí, pero desde luego que son temas que me preocupan, y mucho, más allá de lo que tenga que decir acerca de mi profesión.

  11. Que gran post profesor Pons. En realidad son lineamientos para articular la investigación en historia a la era digital. Espero compartirlo con mis estudiantes, profesores y colegas.

  12. Pingback: Memoria Digital | De la escasez a la abundancia·

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