El gran libro ruso

Mal empezamos. Era de esperar que estos comentarios interesaran a muy pocos lectores o transeúntes, pero no imaginaba que uno de esos escasos parroquianos decidiera tergiversar mis indicaciones, y menos aún que lo hiciera de modo imperativo y desconsiderado. Para que sean testigos de su actitud les transcribo parte del correo: “…es fácil concluir que esto va a ser un tostón o una tomadura de pelo, pues lo único que va a hacer es copiar lo que publican los periódicos. Va usted de listillo, pero  es un simple pedante. Ya que sabe y lee tanto, ¿por qué no nos dice algo de Rusia?…” 

Permítanme que responda públicamente. En primer lugar, sugiero a este lector (y a cualquier  otro  posible) que en adelante modere sus opiniones y que, en cualquier caso, las incluya en un post, que no use mi correo particular.  En segundo término, le diré que creo haber escrito “sugerencias”. Es decir, estoy abierto a cualquier discusión razonable sobre qué cosas podemos tratar, pero esto no es un programa radiofónico tipo “La petición del oyente” o “Música mientras trabaja”.  Finalmente, he de reconocer que mi relación con los idiomas es tortuosa. Si ya me es harto difícil codearme con algunas grandes lenguas europeas, mi trato con el alemán  o el ruso, por citar sólo dos,  es sencillamente inexistente. Por esta razón se entenderá que poco o nada pueda decir sobre lo que acaece en aquellas tierras.

Aún así, y en aras de no decepcionar a quienes se acerquen, me he puesto a ello (con algo de trampa). Advertencia:  lo que sigue no es lo que desearía como tono habitual de estas entradas. Además, como reparación, les anuncio que tengo casi listos un texto sobre el historiador Carlo Ginzburg y otro sobre el género biográfico. Espero que ambas elecciones compensen el despropósito de hoy.

El gran libro ruso

 El amigo Bykov, satisfecho

La noticia en cuestión no ha sido portada en ningún sitio y tampoco ha provocado revuelo. El pasado 23 de noviembre, tal como distribuyó la agencia rusa Novisti, se fallaron los primeros galardones de un nuevo premio literario. Se denomina Bolshaya Kniga (algo así como “el gran libro”) y gratifica a los mejores volúmenes del año. Lo promueve el gobierno y, al parecer, lo financian los llamados nuevos oligarcas. La ceremonia, muy informal,  estuvo conducida por Fekla Tolstaya, una conocida presentadora de televisión emparentada para nuestro infortunio con el gran maestro Tosltoi. Un nutrido y ágil jurado, compuesto por un   total de 97 personas, declaró que el ganador era Dmitry Bykov, un prolífico escritor (periodista, ensayista y novelista) que se llevó 3 millones de rublos (unos 87.000 euros)  por su biografía de casi novecientas páginas sobre Boris Pasternak. La consolación fue  para Mijaíl Shishkin (en torno a los 29.000) y entre uno y otro se situó    Alexander Kabakov  (algo más de 43.000), que creo que es el único que ha llegado al mercado español (Sin retorno, Ediciones Libertarias, 1990).

  Kabakov 

Estoy convencido de que, como es mi caso,  estos nombres poco les dirán y no debe extrañar, pues la literatura rusa es poco conocida en el Occidente europeo. El ganador, por ejemplo, sólo parece haber conseguido cierto eco en Francia y de, hecho, fue uno de los invitados a la 25 edición del salón del libro de París que se celebró el pasado año 2005. Además, allí se ha  publicado no hace mucho su volumen La justificación, una novela sobre el pasado estalinista aparecida en 2001 y de gran éxito en Rusia.  Pero, y he aquí una cierta curiosidad, al leer ese teletipo recordé que hace unos meses el suplemento Babelia dedicó unas páginas a la nueva literatura rusa. Y, ¿a quién dirán ustedes que entrevistaban? Pues a a Kabakov y a Shiskin, acompañados de Pável Krusánov y  Yevgueni Popov. Sólo faltaba  Bykov. Los interesados tendrán que tirar de hemeroteca.

Poco más puedo decir, obligado como estoy por las circunstancias descritas. Acaso que los promotores pregonan que la  gratificación ofrecida es la segunda en importancia tras el Nobel. Desde luego,   poco saben estos amigos cómo nos las gastamos por estos pagos. Si no ando desencaminado, el Planeta debe estar por los 600 mil euros entre unas cosas y otras.

7 Respuestas a “El gran libro ruso

  1. Música mientras trabaja… Qué gran programa radiofónico: el oyente hace sus peticiones y el locutor atiende a su amable audiencia. Diga lo que diga el blogger, aquí, por lo que veo, la atención al lector parece responder a la misma amabilidad. Yendo al tema: rublos o no, lo cierto es que los ‘escribidores’ ordinarios de estos pagos nos las vemos no con 600 mil euros, ni con 87 mil, sino con adelantos menesterosos que agradecemos…

  2. Si en la apariencia extrena hay un atisbo de lo que encierra el interior de las personas el tal Bycov es un genuino representante de la casa Mac-Donald.

  3. Me parece magnífico que se hable de la literatura rusa contemporánea. Gracias por ello.
    Sin embargo, quisiera hacer un error que hay en la nota: se dice en la nota que en aquel ‘Babelia’ «solo faltaba Bykov», Pues debo decir que precisamente una entrevista de Rodrigo Fernández a este escritor ruso abría esas páginas, sólo que alli se transcribía su apellido como «Bíkov»: »Dmitri Bíkov Rusia adelanta a Occidente en todo, incluso en su degradación'» (p. 2-3, Babelia, 11.02.2006; el texto puede consultarse en http://elpais.com/diario/2006/02/11/babelia/1139618350_850215.html)

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